El trajín
Todas las calles son iguales, menos una. Una donde hay un espíritu antiguo que la habita en forma de árbol. Mientras manejo, puedo ver a otro conductor en un tractor que después de haber pasando por encima de toda la vegetación circundante, aplanando el terreno para hacer la vía, se detiene ante la melancolía de la destrucción que hay a su alrededor. Como se sintieron los primeros soldados que usaron ametralladoras, que en un momento soltaban el gatillo al ver en un halo de luz su propia vida evaporarse. Ante ese espíritu inmortal, el conductor le dice al capataz que su corazón y la maquinaria se han detenido a tiempo para imaginar una pequeña rotonda. Al final, creo que esa suerte ha sido mía, porque puedo ver en este trajín esas ramas danzar al ocaso, a diez por hora, pegado al parabrisas diez y diez.
Por: Camilo Albarracín Zelada